09 octubre, 2007

Hoy su cara esta en todas las remeras…

Un día como hoy, hace exactamente 40 años, el agente de la CIA , Félix Rodríguez, le comunicaba a Ernesto Guevara que sería fusilado, luego de ser arrestado, la tarde anterior, por el ejercito boliviano en el combate de Quebrada Yuro junto con Simeón “Willy” Cuba Sarabia

Durante el interrogatorio que le hizo el agente de inteligencia norteamericano al “Che”, fue tomada la ultima fotografía con vida del guerrillero argentino. (arriba a la izquierda)

El propio Rodríguez relata: Salí de la habitación, aquello estaba lleno de soldados afuera. Me dirigí al Sargento Terán que sabía que estaba siendo de ejecutor de todo eso. Le dije, sargento hay instrucciones de su gobierno de eliminar al prisionero. Me puse la mano al nivel de la barbilla. No le tire de aquí para arriba, tírele de aquí para abajo pues se supone que este hombre haya muerto de heridas en combate. Sí mi capitán, sí mi capitán dijo. Eran aproximadamente la una de la tarde de Bolivia.







Mario Terán, encargando del disparo que le causo la muerte a Guevara, narró el hecho años mas tarde en una entrevista a la revista francesa Paris Match: Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que fui. Ése fue el peor momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: «Usted ha venido a matarme». Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó: «¿Qué han dicho los otros?». Le respondí que no habían dicho nada y él contestó: «¡Eran unos valientes!». Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. «¡Póngase sereno —me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!». Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

viva el che

Demian dijo...

Hay una confusión generalizada. Ese tema de Bersuit que le da nombre a tu post, es para Luca Prodan... No para Ernesto. Si no lo sabìas... te pasé un buen dato... Si lo sabías y aún así lo utilizaste, vale la analogía...

Un saludo Grande...